domingo, 29 de marzo de 2009

Acampada entre tres

A veces la realidad supera a la ficción. A partir de ahora esa será mi máxima. Y no es hablar por hablar, estoy realmente convencido. Y vosotros, después de lo que os voy a contar, también la creeréis a pies juntillas. No os confundáis. Esto no es una historia inverosímil sacada de la mente de un adolescente con ambición de guionista de porno barato. No. Esto sólo es una muestra de cómo el ser humano es capaz de caer rendido a sus instintos más bajos obviando valores de la sociedad racional que nos rige. Juzgar vosotros...

Todo ocurrió durante el mes de Junio del año 2008. Me llamo Daniel y vivo en un pequeño pueblo del pirineo catalán. Tengo 22 años y acabo de terminar mis estudios de enfermería este mismo año. Como desahogo de tanto tiempo de estudio planeé una escapada de fin de semana a un lago cercano. No sólo era un premio para mí, también lo era para mi novia, Mónica. Han sido unos años un poco duros porque llevamos mucho tiempo separados. Ella trabaja en el pueblo y yo me he llevado tres años estudiando en la capital. Nos merecíamos un regalo así. Somos chicos de pueblo y nos encanta la naturaleza así que pasar unos días con una tienda en medio de los pirineos sería como estar en el paraíso. Sin añadir que era la primera vez que hacíamos un viaje solos Mónica y yo.
Todo estaba preparado hasta que surgió un problema: mi suegra. Ella no estaba dispuesta a dejarnos ir solos un fin de semana completo y, tras un tira y afloja, accedió a dejarnos marchar siempre y cuando nos acompañara la hermana menor de mi novia, Lucía. Tener de carabina a una cría de 16 años no es precisamente lo que tenía pensado, pero poder pasar unas noches a solas con Mónica merecía eso y más.
Al día siguiente partimos los tres en una vieja furgoneta de mi abuelo rumbo a las montañas. No sería mucho tiempo de camino, pero a nosotros nos pareció un mundo. Nada más llegar al lago buscamos una zona cerca de la orilla, bien cubierta de sombra y libre de piedras. Esté no era un camping al uso, sino que íbamos a hacer acampada libre. Mientras las chicas descargaban la furgoneta yo me afanaba en montar la tienda de campaña. Moví cielo y tierra para encontrar a alguien que me prestara una tienda que dispusiera de dos habitaciones. No estaba dispuesto a desperdiciar las dos primeras noches que iba a pasar con Mónica a solas.
Al final conseguí una iglú de dos habitaciones, quedando una enfrentada a la otra, pero con cerrar la cremallera tendríamos la intimidad que necesitábamos.
Una vez que terminamos de guardar las mochilas decidimos darnos un baño para refrescarnos ya que, aunque estemos en la montaña, hacía un calor impresionante. Nada más ver que salía Mónica me fijé en su bikini, o quizás en lo pequeño que era. Seguro que se lo había prestado alguna amiga, su madre no la dejaría ir así a la piscina del pueblo. La parte superior recogía sus pechos como una fina piel, mientras estos parecían luchar por querer salir. La parte inferior marcaba cada una de sus curvas y se ceñía a su cadera. Si Mónica era toda sensualidad, Lucía era todo lo contrario. Apareció embutida en un bikini algo antiguo que acentuaba su incipiente sobrepeso. Mientras que Mónica tenía unos pechos pequeños y firmes, Lucía mostraba unas tetas demasiado grandes para su edad pero, eso sí, no parecía que las tuviera caídas, seguramente por la edad. Pero lo que no tiene perdón es que apareciera con una mata de vello saliéndole por los bordes de la braguita, seguro que su madre no hizo por enseñarle los cuidados que precisa una señorita.
Tras estar toda la tarde de baños y juegos, en los que yo aprovechaba para rozarme lo más que podía con Mónica, decidimos preparar la cena. Mientras yo me dedicaba a encender la barbacoa las chicas se cambiaron de ropa y prepararon la mesa. Nos dimos un festín de carne bien regada con sangría y, aunque estamos acostumbrados, se nos subió un poco a la cabeza. Sobre todo a Lucía, que nunca la había probado y estaba un poco alegre. Decidí sacar la botella de ron y entre copa y copa el ambiente subió en parte gracias a Mónica.

- Nene, ¿sabes que tengo una sorpresa para ti?- me dijo mirándome con picardía

- Y que sorpresa es esa? jajaja

- No seas curioso y espera a la noche, pero te aseguro que te va a gustar.

- Porque no me la dices ya? Sabes que no tengo paciencia

- Hijo, porque está mi hermana delante

- Por mí no os cortéis, que mama crea que aún soy una niña no me convierte en más pequeña. Os asombraría todo lo que sé...


No sé si fue por el alcohol que había tomado pero os juro que noté una picardía que nunca había visto en Lucía y empecé a reírme mientras le decía a mi novia lo lista que había salido su hermana.

- Bueno, te lo contaré, ansioso. Pero tu no le digas nada a mama que ya sabes como es...

- Te prometo que no digo nada tonta
- Nene, recuerdas a mi amiga Naira, la chica que estudiaba el curso de esteticista? Pues digamos que me a hecho un arreglito ahí abajo y me lo ha dejado un poco más suave, jajajaja

- Cuanto más?

- Pues digamos que... todo lo suave que se puede, jajaja

Cuando dijo eso un escalofrío recorrió mi cuerpo y comencé a empalmarme mientras me imaginaba como lo tendría.

- Hala, como se entere mama te va a llamar golfa, jajaja

- Mama no se va a enterara porque tú no le vas a decir nada. Además, a ti te hace más falta que a mí ir a ver a Naira, porque vayas pintas llevabas con el bikini y todos los pelos del chochete fuera, jajaja

- Tu hermana tiene razón, Lucía, que entre las tetas que tienes y los pelitos asomando vas a ser la sensación del insti, jajajaja

- Jo, Mónica, dile que no se meta conmigo, tu sabes que mama no me deja que me depile, dice que aún es pronto.

- Pero podrías hacerlo tu solita en casa, bonita, como lo hago yo.

- Ya, pero nunca lo he hecho y me da cosa.

- Bueno, cuando volvamos a casa te ayudo a depilarte.

- No, cuando volvamos no, mejor lo haces ahora que si no mañana os reiréis de mi otra vez cuando me ponga el bikini.

- Pero aquí no tengo cera Lucía

- Bueno pues hazlo con la cuchilla aunque sea, que si no, no me baño más y le digo a mama como te han dejado el chochete

- Está bien... pero espero que estés bien calladita.

Mientras que ellas dos se metieron en la tienda para tener más intimidad yo apuraba lo que me quedaba en la copa sin poder quitarme de la cabeza el pensamiento de cómo sería el coñito de Mónica totalmente depilado. Estuve a punto de pajearme pero decidí guardar fuerzas para luego y me levanté a mear. Me acerqué al resguardo de un árbol que había cerca de la tienda y mientras orinaba vi entre las sombras que se proyectaban en la tienda, la figura de mi novia y su hermana. No sé porqué, pero llamó mi atención y me decidí a espiarlas. Busqué un lugar en el que poder verlas sin ser visto mientras la excitación me dominaba. Ante mis ojos aparecieron las dos hermanas. Lucía estaba tumbada boca arriba, sin los pantalones ni las braguitas. Un manto de vello oscuro ocupaba su entrepierna y mi novia se lo cubría lentamente con espuma de afeitar. No podía escuchar lo que decían pero se les escuchaba reír, sobre todo a Lucía. Pensé que sólo le iba a depilar las ingles pero vi que Mónica cubría todo su coñito con espuma de afeitar. Lo hizo lentamente, con sus manos desnudas, como si se tratara de un ritual. Una vez que lo cubrió por completo de espuma empezó a pasarle la cuchilla, de arriba abajo. Primero por las ingles, pero cada vez se acercaba más a la rajita. Apenas se distinguía nada, pero Mónica tenía la cara tan cerca del coñito de su hermana que seguro que podría oler su aroma. Yo estaba cada vez más excitado y empecé a pasar mi mano por la polla, encima de los pantalones. Cada vez quedaba menos espuma y aparecía una piel rosada en la que se distinguían unos labios prominentes, la verdad es que mi cuñadita tenía un coñito precioso.
Una vez que terminó de rasurarla, buscó un bote de body milk y vació un poco en la piel recién depilada a fin de calmarle la irritación. Me extrañó un poco que fuera mi novia la que se la extendiera, pero la verdad es que Lucía hacia tiempo que estaba totalmente recostada hacia atrás, dejándose hacer. El masaje duró más de lo que yo entiendo por normal y Lucía parecía disfrutarlo. Mónica se separó bruscamente y le dijo que ya estaba y que se quedara en esa habitación, que ella dormiría conmigo en la otra.
De un salto volví a la silla para no despertar sospechas y disimular un poco, pero Mónica sólo sacó la cabeza de la tienda y me llamó de una forma muy sensual. Cuando entré en la habitación la encontré desnudándose y me dispuse a ayudarla. Empecé a quitarle la camiseta que llevaba no sin antes pasar mis manos por encima de sus tetas mientras ella suspiraba. No llevaba sujetador y sus dos pequeños pechos aparecieron al momento, con los pezones erguidos y apuntando hacia el frente. La tumbé en la cama y empecé a comérselas. Pasaba mi lengua por su pezón y, cuando no lo esperaba, se lo mordía. Sé que eso le encanta. Pero hoy iba más caliente de la cuenta. De un tirón le saqué los pantalones, dejándola solo con el tanga. Entre la penumbra creí ver que estaba mojado pero cuando pasé mi mano por su rajita me di cuenta de que estaba en lo cierto.

- Nena, que caliente estás, no?

- Es que con eso de tenerte la sorpresa preparada... y después tener que depilar a mi hermana
- Eso que tiene que ver? Si hubiera sido yo el que la depilara lo entiendo, pero tú...

- No sé, nene.. No sé si es el alcohol o el calentón que llevaba que me he puesto como una moto mientras la depilaba.

- Pensé que ibas a tardar menos

- Es que se empeñó en que le enseñara como lo llevaba yo y después quería que se lo dejara igual

- La has depilado entera?

- Sí


Mientras hablábamos le había quitado el tanga y estaba jugando con su rajita. Empecé a hacer círculos con mi mano en su clítoris, pero poco después empecé a meterle un dedo lentamente.

- Te ha costado mucho?

- La verdad es que tenía bastante vello porque nunca se ha depilado pero se lo he dejado muy suave... uhmmm, nene, que rico me estás tocando. No pares.

- Y tu hermana que ha dicho?

- Nada, la muy puta creo que estaba disfrutando, jaja, sólo hacía suspirar...

- Sí?

- Si cuando le puse la crema estaba mojada... vamos que si sigo extendiéndosela termino haciéndole un dedo... no pares, nene.

- Se la has extendido tú?

- Sí, si por eso vengo tan caliente. Es que notaba como estaba mojada y para colmo, entre tanta humedad y tanta crema se me ha escurrido un dedo dentro. No le digas nada, pero creo que la oí gemir, jajaja. Con lo caliente que yo estaba, porque era mi hermana, que si no le hago un dedo... nene, cómeme el coñito, por favor, ya no aguanto más...

Sin pensármelo dos veces me agaché y empecé a lamérselo mientras ella estiraba su cuerpo. Es genial comérselo así depilado. Mi lengua resbalaba por su piel, de arriba a abajo y vuelta a subir. Separaba sus labios lentamente con mi lengua para después jugar con su clítoris mientras subía la velocidad. La lamía como si fuera un perro que saluda a su amo, con fuerza, con ansia.

- Meteme un dedo, nene

Empecé a meterle un dedo sin dejarla de comerle el coño. Mientras mi lengua jugaba con su clítoris mi dedo entraba y salía cada vez más rápido.

- Me voy a correr, nene, meteme otro, ufff...

Le metí otro dedo que entró con facilidad mientras mi lengua ya la recorría por completo. Los labios, el clítoris, hasta podía lamer mis propios dedos. Era como si me la follara y a la vez pudiera relamer su coñito mojado.

- No puedo más, nene, me corro, ahhhh... que gustoooo.

Nunca la había visto correrse así, sus gemidos debieron despertar a su hermana y necesitó algunos minutos para recuperarse. A mi no se me borraba de la mente la imagen de su hermana mientras era depilada por mi novia y para refrescarme un poco abrí la cremallera de la tienda.
Cuando se recuperó una sonrisa de pilla apareció en la cara de Mónica y sin decirme nada me bajó los calzoncillos y empezó a tocarme la polla. Suavemente, casi rozándome, me estaba poniendo a mil. Parecía más el espectador de una película ya que ella hacía y deshacía a su antojo. No tardó mucho en metersela en la boca y empezar a chuparmela. Dios, que bien lo hace, dándome con su lengüita en mi capullo, engulléndola entera, pajeandome a la vez...
Pero yo necesitaba más. Así que la puse a cuatro patas de cara a la puerta de la tienda. Ante mí tenía su coñito depilado. Empapado, suave, deseando que se la metiera. Acerque la punta de mi polla a su coñito y le metí sólo un poco. Así estuve un minuto, poniéndola cachonda, haciendo que deseara que se la metiera entera. Cuando ya no pude más, de un solo movimiento, mi verga entró dentro mientras a ella se le escapó un gemido. Empieza la fiesta. No la dejo descansar, todo es un vaivén rítmico de interminables penetraciones. La agarré fuertemente de las caderas y veía como sus tetas se bamboleaban con cada empujón. A veces era ella la que echaba su culo hacia atrás, buscando mi polla, deseándola bien dentro. No me había dado cuenta, pero un destello llamó mi atención. Miré a través de la cremallera de la tienda y vi algo que me dejó la boca abierta. Su hermana nos estaba espiando. Entre las sombras vi como nos miraba a escondidas, con una mano dentro de sus braguitas y otra debajo de su camiseta. Seguro que se estaba tocando, tenía que terminar lo que había empezado su hermana. Yo estaba en éxtasis y empecé a hablarle a Mónica:

- Te gusta que te folle así ¿no?

- Sí nene, me encanta. Sigue así...

- Hoy estas muy caliente, nenita.

- Siiii

- Te ha puesto mala depilar a tu hermana ¿a que sí?

- ...

- Di la verdad, has venido mojada de allí ¿a que sí?

- Si, nene, estaba mala... uhmmm

- Quiero escucharlo, dilo más fuerte

- Sí nene, estaba cachonda de ver a mi hermana con las piernas abiertas... pero no pares de follarme así

- Me voy a correr, nena.

- Córrete dentro, nene, quiero sentirte dentro, bien caliente, lléname.

- Me voy, me voy, ufffff... ahhhh

Cuando pude levantar la vista su hermana ya no estaba, se había escondido en su saco. Pero yo sé que se enteró de todo.

Nos despertamos bien entrada la mañana, se ve que el alcohol y el desgaste físico nos hicieron mella a todos. El día transcurrió entre juegos y baños en el lago. Está claro que mi calentura no se había pasado y aprovechaba cualquier descuido para arrimarme a Mónica y meterle mano, cosa difícil, porque no quería que la tocara con su hermana delante. Para que se me pasará el mosqueo de no poder acercarme a Mónica me puse a encender la barbacoa. En un descuido y debido al viento que se había levantado saltó una brasa y fue a parar a la tienda. Menos mal que las chicas estuvieron atentas y pudimos apagarla antes de que ardiera entera. No fue mucho, pero abrió un agujero en la habitación de Lucía, lo justo para fastidiarme los planes de esa noche. Si por el día podía hacer poco con Mónica, por la noche haría menos.
El enfado por prever la situación de abstinencia que se presentaba esa noche era evidente por mi parte. Ni siquiera las copas me hicieron cambiar de actitud, aunque en mi interior creía firmemente que podría convencer a Mónica para hacernos un apaño cuando su hermana se durmiera. Iluso de mí. La esperanza me duró poco. Al acostarnos Mónica propuso que uniéramos losa sacos de dormir para formar una manta común. Se fue al traste la poca intimidad de que disponíamos. De todos modos, me dispuse a intentar que Mónica no se durmiera antes que Lucía. Cuando creí que ésta se había dormido me acerqué a Mónica y empecé a besarla en el cuello y rodearla con un brazo cuya mano se fue directamente a acariciar sus pechos. La respuesta fue contundente: Déjame en paz. Ante eso poco tenía que hacer y me dispuse a dormir. O eso creía yo.
En mitad de la noche me despierta el tacto de la mano de Mónica recorriéndome las piernas. Va con cuidado, no quiere que su hermana se despierte. Quizás va con demasiado cuidado, como tanteándome, pero ella sabe que siempre estoy dispuesto. Su mano llega a mi paquete, que la recibe con una erección de bandera. Su mano sube y baja por él apretándolo pero sin llegar a agarrarlo. Yo abro un poco las piernas para facilitarle las caricias. Lo agarra con ansia, parece que está incluso más caliente que ayer. Me está poniendo malo saber que me está metiendo mano con su hermana a centímetros de nosotros.
En un movimiento sutil, casi imperceptible, mete la mano dentro de mis calzoncillos y me empieza a tocar sin que nada se lo impida. Estoy deseando que me la agarre y empiece a hacerme una buena paja pero sigue con sus leves roces. No tarda mucho en agarrarmela pero el movimiento que realiza me sabe a poco. Yo bajo mis calzoncillos para que pueda hacerme la paja con mayor facilidad pero ella se vuelve de lado. Me acerco suavemente, pego mi boca a su nuca y la estrecho con mi brazo, sintiendo el calor de su piel. Comienzo a besar en silencio sus hombros, su cuello, su espalda. Ella coge mi mano y la lleva a uno de sus pechos, me hace que se lo toque por completo, tiene los pezones duros, se le marcan en la camiseta. Primero un pecho, después lleva mi mano hacia el otro. Yo pego mi polla dura a su espalda, quiero que sienta lo excitado que estoy. Ahora guia mi mano bajo su camiseta en este circuito loco de pasión. Que placer al sentir el tacto de su piel, de sus pezones. Los pellizco, los acaricio. Mi respiración se refleja en su nuca.
Mi mano baja hasta la siguiente parada: su coño. Esta vez no quiere jugar por encima de la ropa, la desea dentro, en contacto con su piel. Mi mano vuelve a ese coñito depilado. Bajo los dedos buscando la humedad de su interior para poder llevarla a su clítoris y humedecérselo. Lo hago una y otra vez. Mi dedo sube y baja por su coño, abriendo los labios, metiendose un poco, mojándose, para después subir y tocarle su botoncito. Ahora son dos los dedos que bajo y que le meto en su coño mojado pero ella cambia el recorrido y los lleva a su boca. Y los lame, quiere saber a que sabe su coñito. Esa es la gota que colma el vaso. Separo su braguita, la echo a un lado. Le levanto un poco la pierna y acomodo mi polla justo en su rajita. Aprieto un poco y entra con suavidad. Creo oír un sollozo ahogado. Muy lentamente la empiezo a penetrar mientras suspiro. Ella me pellizca para que no haga ruido pero lo que no sabe es que me muero porque se despierte su hermana y vea el espectáculo. Intento gemir otra vez pero me interrumpe una respiración profunda. No es Mónica, viene de mi espalda. Seguro que es Lucía. Sin dejar de follarme suavemente a Mónica extiendo mi mano hacia atrás para comprobar si Lucía esta dormida. La toco y al momento ella se aparta, está muy cerca, demasiado. Mientras Mónica, que no sabe nada, aprovecha para lamer sus dedos y llevárselos a su rajita para tocarse mientras se la meto.
La respiración vuelve tras de mí y algo me sucede. No pienso. Sólo vuelvo a alargar la mano buscándola. La encuentro, y esta vez no se aparta. Entre el miedo y la excitación pongo todos mis sentidos en saber que estoy tocando y al momento me doy cuenta de que es su vientre. Respira acelerada, casi como si gimiera. Me la juego.
Subo la mano por su barriga y topa con la camiseta. Cuando intento subir por encima para llegar a sus tetas noto que una mano levanta la tela y mis dedos se deslizan dentro de ella. Al momento llegó a sus tetas, grandes, como nunca las había visto. Duras, suaves y cojo una con mi mano. La aprieto y la amaso jugando entre dos dedos con su pezón. La respiración se hace cada vez más rápida. La mía y la suya. Voy a por todas. Bajo mi mano y la saco de su camiseta. Voy buscando sus braguitas y por más que bajo no doy con ellas. Tanto bajo que mi mano se humedece y siento como abre las piernas y me ofrece su rajita abierta.
Me excito de sobremanera y empiezo a follarme más fuerte a Mónica que muerde la almohada para no hacer ruido. Mientras, con mi mano, masturbo a Lucía a conciencia. Está totalmente abierta de piernas y su coñito recién depilado es todo suavidad. Los labios son más grandes que los de su hermana y necesito dos dedos para recorrerla. Le separo los labios con cuidado, empiezo a tocarle dentro, sin prisa, rozando su clítoris. Cada vez está más mojada y yo más caliente. Empiezo a meterle un dedo y después otro. Sé que Mónica piensa que es virgen pero yo no estoy tan seguro. Me cuesta trabajo follar y tocar a la vez pero Mónica no se da cuenta de nada. Empiezo a meterle a Lucía los dos dedos cada vez más rápido y más dentro mientras que con el pulgar me dedico a tocarle su clítoris y ella se estremece, se ve que le encanta que la toque ahí.
Mónica sigue a lo suyo y cada vez son más pronunciado los movimientos que hace con su mano en su coño, seguro que está a punto de correrse. Me jode que no se dé cuenta de que su hermana está a nuestro lado más caliente que nosotros. Por eso me decidí ver hasta donde llegaban sin hablar.
Mientras seguía con mi pulgar rozándole el clítoris a Lucía saqué un dedo de su coño y lo llevé a su culo. O hablaba o tendría que estar callada mientras mi dedo le follaba el culo. Noté como lo contraía pero estaba demasiado húmeda. Empujé un poco y entró la punta, ahora el camino sería más fácil. Apreté un poco más y vi como entró hasta el fondo. Noté como ella contraía su culo pero no decía nada. Se lo retiré suavemente y cuando ella creía que lo sacaría volví a meterlo. A meterlo y a sacarlo, a merterlo y a sacarlo. Toda la resistencia que ofrecía al principio se fue al tiempo que aceleraba mi pulgar en su coñito. Lo estaba disfrutando. Pues si la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña.
Ya que Lucía no decía nada tenía que probar con Mónica. Con la mano que tenía libre separé las nalgas de mi novia y sin darle tiempo a reaccionar le saqué la polla del coño, apunte a su culo y se la metí. Ella mordió la almohada, pero nada más. No podía ser, no puede estar callada. La penetré cada vez más fuerte y rápido, pero en vez de gemir o decir algo lo único que hizo fue morder con más fuerza la almohada. Eso y no parar de tocarse el coño, que ahora que mi polla lo había abandonado la había sustituido con uno de sus dedos.
Ya no podía aguantar más. Tenía a mi espalda a Lucía metiendole un dedo en el culo y otro en el coño. Y parecía que lo disfrutaba. Tenía a Mónica delante de mí, follandomela por el culo mientras ella se tocaba. Me iba a correr. No sé si ellas llegaron a correrse o por el contrario se corrieron más de una vez. Yo bombeé todo lo rápido que pude y cuando noté que me iba a correr penetré a Mónica todo lo dentro que pude y me corrí gimiendo. Yo si que no podía callarme más.

- Ahhhhhhhh







lunes, 9 de marzo de 2009

Préstame tu vida

Hace mucho tiempo que no estaba así de caliente. Puede que sea la historia que han contado Marcos y Sonia, pero seguro que las copas de más que me he tomado han ayudado a ponerme así. No sé porqué siempre que quedamos los cuatro acabamos hablando de lo mismo. Bueno, sí lo sé. Nos encanta el sexo, pero a cada uno a su manera. La verdad es que a veces entiendo a Jesús cuando me pide que sea un poco más caliente en la cama, después de escuchar a estos parezco una mojigata. Pero él también debería entenderme a mí, entender mis inseguridades, mis complejos, y dejar de pensar con la polla.
Lo cierto es que hoy yo también me he calentado mucho. Nunca se lo digo, pero cuando Marcos y Sonia cuentan una de las suyas me los imagino con todo lujo de detalles. Igual que hoy. Mientras hablaba me imaginaba a Marcos desnudo, entrando en el baño, esperando que Sonia saliera de la ducha y cogiera su toalla. Seguro que mientras la esperaba estaba empalmado el cabrón. Tanto alcohol desata mi imaginación. Casi podía ver como la abrazaba por la espalda nada más salir de la ducha mientras le recorría su cuello y sus hombros con sus labios, mordiéndola, lamiéndola. Podía escuchar como ella gemía y suspiraba imaginando y deseando a partes iguales lo que vendría después. Imaginé como ella dejó caer la toalla que la cubría al suelo sin que apenas le hubiera secado su piel, como arqueó su cuerpo hacia Marcos dejando que esté la sujetara con sus brazos. Él empezó a agarrar sus grandes pechos con fuerza sin dejar de comerle el cuello, quizás fue algo brusco, pero hoy todo iba a ser más pasional, más visceral. Ella no se opuso, todo lo contrario. Tomó una de las manos de Marcos y la fue guiando lentamente por su cuerpo. Su vientre, su ombligo, hasta llegar a su coño. Al llegar donde ella quería sintió un escalofrío que recorrió su espalda y abrió los ojos bruscamente buscándose en el espejo. Le encanta mirarse mientras Marcos la posee, como si fuera una espectadora, una voyeur que espiaba a una pareja de novios mientras lo hacían. Se calentaba viendo como él frotaba su monte de venus con energía mientras adoptaba una postura forzada para poder lamer su pezón rosado y duro.
Solo habían contado la mitad de su polvo y yo ya estaba tan caliente que notaba como mi pantalón se mojaba a la altura de mi entrepierna. No fue buena idea pedir más vino pensando que me ayudaría a pasar calentura. Hubiera sido mejor decirles que parasen de hablar. Pero no lo hice. En el fondo no quería que parasen.
Él no iba a dejar que se corriera así. Al menos no tan pronto. Sin decirle nada le dio la vuelta, la levantó y la dejó sentada encima del lavabo. A pesar de que su culo estaba sobre el mármol y de que su espalda se apoyaba en el espejo, lo que menos sentía Sonia era frío. Marcos le separó las piernas todo lo que pudo dejando a la vista su rajita abierta. En más de una ocasión ella pensó en depilárselo entero y se lo decía a Marcos, pero a él le gusta así, con las ingles apenas depiladas y una floreciente mata de vello oscuro recorriendo su entrepierna. Sin dejarle tiempo a que respirara él hundió su cara en su entrepierna, viendo como la humedad de su conejito delataba lo caliente que ella estaba. Y empezó a jugar con su lengua separando suavemente los labios de ella, dedicándose primero a uno y después al otro, sin descanso. Sonia cerró los ojos y relajó sus piernas recostándose sobre el espejo que tenía a su espalda a la vez que lanzaba un suspiro de satisfacción. Le encanta que Marcos le coma el coño, a veces rápido, a veces lento, pero siempre conseguía hacerla gritar de placer. Sentir como va separando con su lengua sus labios. No quería saber dónde había aprendido a hacerlo así, porque eso no se aprende en los libros. Le encanta que la recorra de arriba abajo y de abajo a arriba con su lengua, no demasiado rápido, no demasiado lento, sin hacer demasiada presión sobre el clítoris. Eso ya vendrá después. El pudor hacía que no dejará a Marcos pararse en la entrada de su culito, pero en su interior deseaba que él llegara con su lengua más allá de donde acaba su rajita. Quiere que su lengua la recorra por completo. Sus ingles, sus labios, su coño entero. Le gusta que le meta la lengua todo lo que pueda, como si fuera un dedo más que intenta masturbarla, y que la meta y la saque, la meta y la saque.
Estaba deseando correrse sin que Marcos apartara la boca de su coño. Quería que su lengua subiera al clítoris y empezara a trazar suaves círculos alrededor de él. Que cada vez fueran más rápidos y más fuertes hasta que alcanzara el orgasmo. Pero hoy Marcos tenía otra idea. Cuando supo que ella estaba a punto de correrse se levantó sin decir nada y la penetró con su verga erecta enérgicamente sin encontrar resistencia alguna. Sonia estaba tan mojada que cuando se quiso dar cuenta y abrió los ojos ya tenía a Marcos penetrándola una y otra vez a un ritmo endiablado. Notaba como la humedad de su coño le resbalaba por la piel con cada embestida de él hasta humedecer el lavabo. Con los ojos entreabiertos acercó sus dedos a la boca y los lamió a conciencia, como si fueran la polla de Marcos. Quería que estuvieran bien mojados. Después los llevó hasta su monte de venus y empezó a tocarse en círculos mientras él seguía follándosela sin descanso. No podía evitar tocarse siempre que el se la follaba, buscaba el orgasmo con impaciencia, de una forma egoísta pero sabiendo que en el fondo a él le excitaba verla así. Su respiración se aceleró bruscamente hasta convertirse en un grito de placer justo cuando la inundó el orgasmo, contrayéndose bruscamente para después exhalar el aliento en el cuello de Marcos mientras este la agarraba con fuerza. Ese fue el estímulo que Marcos necesitaba para, de una última embestida, terminar corriéndose en su interior mientras caía desplomado sobre sus pechos.
Cuando Sonia terminó de contar el polvo que Marcos le había echado en el lavabo fui corriendo al baño a mirar mis bragas. Me quité la falda y vi que estaban empapadas y que mis labios estaban hinchados del calentón y de tanto roce bajo la mesa. No iba a dejar pasar la oportunidad y me iba a hacer un dedo como Dios manda, me daba igual que estuviera en un bar, necesitaba correrme. Pero no sé que cambió en mí que de repente pensé que podría hacer algo mejor. Iba a comportarme como Sonia, iba a ser tan puta como ella. Jesús aún no lo sabía pero hoy iba a ser su día de la suerte, jajaja.
Cuando despedimos a Marcos y Sonia y nos montamos en nuestro coche ya no estaba tan caliente como antes, pero no podía sacar de mi cabeza la idea de dejar los tabúes y los complejos a un lado y disfrutar de mi cuerpo como nunca lo había hecho.
Con la excusa de que esa noche hacía demasiada calor me quité los pantys en el asiento del copiloto mientras Jesús conducía. Hice todo lo posible porque él viera, en la oscuridad de la noche, el principio de mis bragas, aún con restos de mi calentura. Separé un poco los muslos y apareció el inicio de mis braguitas azules de encaje. Yo no soy como Sonia, pero a pesar de estar más depilada que ella, algunos vellos púbicos se dejaban ver a través de uno de los elásticos. Sé que Jesús me miraba de reojo y que se moría por tocarme la fina piel de mis muslos. Lo conozco y sé que está a mil, seguro que la tiene superdura, igual que Marcos cuando se folla a Sonia. Dejo fluir los pensamientos y los recuerdos de la historia de esta noche hacen que la humedad vuelva a mi entrepierna. Escurro mi culo por el asiento, como una perrita en celo, de manera que la falda queda cada vez más arriba y mis bragas más a la vista. Me estoy poniendo mala sólo de verme, de ver la zorrita en la que me estaba convirtiendo.
Jesús metió el coche en el garaje del piso y al bajar yo aproveché para recolocarme la falda y echarle un ojo a su entrepierna. Parecía que le iba a estallar. Mientras esperábamos al ascensor me acerqué a él y empecé a besarle suavemente en los labios para ir poco a poco a más. Rápidamente aparecieron los mordiscos y mi lengua encontró a la suya. Las puertas del ascensor se abrieron y entramos casi sin querer sin dejar de abrazarnos. Él me pegó contra una de las paredes y empezó a tocarme una de mis tetas por encima de la blusa. Le dije al oído, entre susurros, que me la arrancara, mientras yo le jadeaba y arañaba con mis uñas su espalda. Notaba como la barandilla del ascensor se me clavaba en la espalda pero no me importaba, ahora nada importaba. Jesús se pegó a mí y me levantó la falda por encima del culo, dejándome sólo con unas bragas que se me pegaban como una segunda piel de la humedad que desprendían. Con una pierna rodeé su cuerpo de tal manera que mi coñito empezó a rozarse con su polla erecta que aún estaba en sus pantalones. Empecé a frotarme cada vez más, masturbándome contra sus pantalones, creo que si no hubiera llevado bragas me habría corrido allí mismo. Él, una vez que liberó mis pechos de la blusa, pasaba su lengua de un pezón a otro, alternando besos con mordiscos, en un vaivén que me volvía loca. En ese momento levanté la vista y me vi en el espejo. En ese instante imaginé lo que sintió Sonia cuando Marcos le comía el coño, cuando agarraba su cabeza y la hundía una y otra vez en su entrepierna. Me asuste al pensarlo, pero en ese mismo momento hasta yo le hubiera pasado la lengua por su coño.
Cuando el ascensor llegó a nuestra planta Jesús me levantó en brazos, yo me abracé a él y así me llevó hasta la puerta de casa. Una vez que abrió y entramos me llevó directamente al sofá del salón. No hubo palabras, sólo me tumbó bocabajo en uno de sus brazos y me bajó las bragas. Mi coño y mi culo quedaron desnudos ante su vista y antes de que me diera tiempo a pedírselo se quitó los pantalones dejando su dura verga ante mis ojos. No aguantaba más, deseaba que me follara, y se lo dije a gritos: “Follame ya”.
En un instante mi deseo se cumplió y Jesús empezó a penetrar mi coño mojado. Me agarró fuerte por las caderas y empezó a entrar y salir de mí. Cada vez más rápido y cada vez más fuerte y profundo. Cerraba los ojos y podía ver a Marcos follandose a Sonia. Veía su polla entrando y saliendo de ella, como la agarraba de la cintura y la hacía resbalar hacia él. Lo escuchaba gemir y sentía que quería descargar su leche en su interior. Así, con los ojos cerrados, sentía que se acercaba el orgasmo. Abrí todo lo que puede mis piernas para que me entrara hasta el fondo, agarré con fuerza un cojín y me corrí: “ahhhh, me corro, Marcos, me corro”

-¿ Marcos? ¿Qué cojones dices?-

Sí, metí la pata, pero no me arrepiento. Fue mi mejor polvo en años

domingo, 8 de marzo de 2009

La doctora

Otra vez vuelta a la soledad del piso, creo que me equivoqué al venirme a vivir aquí sola. A veces incluso pienso que me equivoco teniendo un piso, o teniendo una vida fuera del hospital. Allí soy alguien, me encanta cuando se dirigen a mí. Doctora.. Pero en la calle me pierdo entre todos y no soporto ser alguien más – necesito una ducha bien caliente que me relaje- Es verdad. Que Diego trabaje allí también es un buen aliciente- sería mejor si de vez en cuando me viera como mujer y no como su jefa- A veces creo que tontea con las enfermeras para darme celos, siempre tan encantador, con esa sonrisa que pone siempre cuando pregunta si necesito algo- claro que sí, Diego, necesito que me eches un buen polvo, joder, es que no te das cuenta- Haber si la ducha me relaja- Creo que hoy me hizo especial ilusión ver a Diego, o por lo menos eso me dicen mis bragas. Me va a venir bien olvidarme de todo. No sé por qué me engaño a mi misma, cualquiera sabe que estoy loca por él- voy a pasar de la esponja, prefiero extender el jabón con las manos, aunque sean las mías, voy demasiado caliente y no me puedo aguantar- pero el se lo pierde. Me encanta echarme el jabón por las tetas y dejar que resbale, ahhh. Un poco más y ya sí que empiezo a extenderlo con mis manos- si fueran las suyas- masajeándome con fuerza, hasta que los pezones se me ponen bien duros- Diego, si vieras como los tengo ahora..., seguro que te gustarían mis tetas, con unos pezones bien grandes para que los mordieras y los lamieras- Sé que a veces se te escapa alguna mirada a mi escote. Acaso crees que me pongo así para estar más comoda? Me encanta ver en tus ojos el deseo. Deseo de abrirme la camisa y sacármelas fuera. Sé que te gustan grandes, como las mías. Que te mueres por comprobar que nunca llevo sujetador si ese día voy a verte. Como me estoy poniendo con el masaje y el agua caliente recorriéndome, no sé si voy a durar mucho. Cojo el mando de la ducha y bajo con él hasta mi coño, uhm, que gusto ponerme el chorro de agua directo, bien caliente, que abra mis labios. Si supieras la de veces que me he tocado pensando en ti en el trabajo. Si supieras que a veces voy sin bragas a la consulta soñando con que un día me vas a tumbar en la camilla y me vas a follar allí mismo. Cada vez estoy más cachonda y voy bajando mi mano hasta el centro de mi calentura. Me tiemblan las piernas de gusto y empiezo a rozarme con mi mano. Lentamente, haciendo círculos cada vez más pronunciados alrededor de mi rajita depilada. Por momentos siento la tentación de meter algún dedo, pero hoy quiero que dure, quiero disfrutarlo hasta no poder más. Una mano en mi coñito y otra en mis tetas, si me vieras ahora seguro que me follabas. Mi mano ya me recorre desde el culo hasta el clítoris y con tanto jabón se me escurre un dedito dentro de mi culo. Uhmm. Como me gusta sentirme puta y meterme ese dedo en mi culito, con mucho jabón, que me resbale, que entre y salga. A ti te dejaría que me la metieras por el culo, Diego. ¿Cómo la tendrás? Seguro que muy gorda, me encantan gordas, sentir como ocupan todo mi coñito cuando me embisten, que me llenen la boca cuando la chupe. Si la tienes así de gorda es mejor que me meta otro dedo, así todo será más real. La verdad es que no me cuesta mucho trabajo y no sé si es por el jabón o porque tengo el culo algo dilatado de tanto gusto. Estoy muy caliente, hoy sería capaz de cualquier cosa, lástima que no estés aquí. Sé que eres como todos, que te gusta que seamos unas zorritas, yo podría ser tu putita si tu quisieras. Yo cumpliría todas tus fantasías. No voy a aguantar más, necesito terminar. Me siento en la bañera y noto que me estoy meando. Sé que para mucha gente esto es un inconveniente. Para mía es todo lo contrario, me encanta mear mientras me ducho. Abro mis piernas todo lo que puedo y me coloco de tal manera que el agua de la ducha me dé directamente en mi coñito. Con la mano derecha empiezo a tocarme las tetas y con la izquierda empiezo a rozarme todo el coño. Utilizo toda la mano para rozarme entera, quiero sentirlo en todo mi coño. Ya casi me viene y ahora es cuando viene lo mejor. Casi sin esfuerzo comienzo a mear, ufff, que gusto, rozarme mientras me meo, me falta muy poco diego. Me encanta sentir el calor de mi coñito mientras me toco. Necesito más, voy a meterme un dedo y después otro, ya no aguanto, me voy a correr, me da igual que se enteren los vecinos, diego, ya me viene, ahhhhhhh.

Aceite

Hoy ha tenido un mal día en el trabajo y se le nota. Empiezo a estar un poco harto de que el estrés sea un compañero más en nuestras vidas. A veces no sé ayudarla cuando está tan baja de ánimo, no sé escuchar. No me doy cuenta de que solo necesita sentirme a su lado. Algo tan fácil pero que soy incapaz de conseguir. La espalda la está matando y necesita un masaje. Me decido a dárselo, con el fin de cumplir con mi conciencia y sentirme reconfortado. Además me encanta tocar su espalda desnuda, me tranquiliza saberla sin nada que la esconda, sólo su piel y mis manos. Voy a por un poco de aceite y me sumerjo en los sentidos, dejo mi mente en blanco y me pierdo en su desnudez. A veces no sé quién encuentra más alivio de los dos. Me acerco al final de su espalda y un escalofrío la recorre, un escalofrío casi tan grande como el mío al darme cuenta que me acerco a territorio prohibido. Mi carne es débil y me atrae lo oscuro, mi conciencia no está para marcarme límites y traspaso la frontera de sus nalgas. No rechaza mi descaro, todo lo contrario, me invita a seguir abriendo levemente sus piernas. Ante mí se muestra mi oscuro objeto de deseo, limpio de vello, como si me marcara el camino a seguir. Ya no vierto el aceite sobre mis manos, lo dejo caer lentamente por la frontera de sus nalgas, resbalando por su ano y llegando finalmente a su coño desnudo. Ella lo saluda con un gemido, mezcla de placer e impaciencia. No soy capaz de mantener el suspense y uno de mis dedos separa suavemente sus labios. Me pierdo en mi afán por lubricarla lo más que puedo. Sus labios, su clítoris, su ano... Ya no distingo su humedad del aceite y empiezo a introducirle suavemente la mitad de mi dedo en su coño. No se lo doy entero porque me encanta que me suplique sin palabras. Me pide entre susurros que lo acompañe con otro dedo. No puedo negarle nada, y menos ahora. Empiezo un lento vaivén que la vuelve loca y es ahora ella la que se está follando a mis dedos. Sé que le prometí que no volvería a jugar con su culo, pero ella sabe que no soy un hombre de palabra. Mi dedo furtivo penetra su ano y a ella parece que le gusta que rompa mis promesas. Empiezo a meterlo y sacarlo lentamente mientras ella contrae su culo. Intuyo que lo hace por placer ya que al volver a la carga vuelvo a encontrar una y otra vez su culo abierto esperando que mi dedo vuelva a entrar. Dos por delante y uno por detrás, pero no parece que eso sea suficiente. Esta deseando que me la folle. Me desnudo rápidamente y lleno mi polla de aceite. Estoy a mil y el tacto resbaladizo acelera mi pulso. Así, tumbada boca abajo, me acerco a ella y la penetro suavemente, casi sin esfuerzo, y ella gime. Empieza el baile, mi polla entra y sale de su coño caliente, empujo sin descanso mientras descargo mi aliento en su nuca. Con mi mano derecha empiezo a masturbarla. Primero el clítoris, después los labios, está deseando correrse, lo pide a gritos, y yo me muero por calmar su ansia. Aumento el ritmo y en pocos segundos descargo mi semen en su interior mientas ella muerde la almohada para que no se la escuche. Le encanta que termine dentro de ella, sentir mi calor, y a mi sentir como se contrae de placer